Un paso hacia el empuje de manos

David Blazquez. Long River Taichi Circle ColombiaEl empuje de manos es una parte fundamental del Tai Chi Chuan y tambien una de las menos exploradas. Cada vez hay un mayor número de estudiantes interesados en profundizar en este aspecto, y por esta razón quisiera compartir parte de mi experiencia como practicante apasionado de tuishou.

Son conclusiones que pertenecen a mi trayectoria personal concreta, y no son el único camino a seguir. Sin embargo resumen mis avances y muchas alegrías en la práctica del Tai Chi Chuan, y el lector despierto sabrá sacar algún provecho de ellas. No tengo intención de exponer una técnica específica o las distintas rutinas de trabajo, esto es algo que debe hacerse persona a persona. Más bien quiero compartir diversas observaciones e indicaciones que pueden ser útiles a quienes tengan interés en profundizar en este tipo de trabajo y necesiten acertar con las claves adecuadas.

Analicemos el ejercicio: cuando dos personas practican empuje de manos, entran en contacto físico a través de diversas superficies del cuerpo, generalmente la palma o el dorso de la mano, el codo, el antebrazo. Estudiar empuje de manos es estudiar las distintas sensaciones que llegan a nuestra mente a través de estos puntos, y como reaccionamos a ellas.

Buscar la sensación

La sensación más evidente, y sobre la que insistiré en este texto, es la presión que supone el contacto físico con el oponente. Debemos estudiar que hacer con esta presión para producir el movimiento, y gradualmente desarrollar el poder de neutralización y emisión que carateriza el Tai Chi Chuan como arte marcial.

En una primera etapa, para lograr un progreso, es muy importante renunciar totalmente a aplicar nuestra fuerza sobre nuestro compañero. Debemos, olvidarnos, por un tiempo, de las aplicaciones marciales. Por tentador y sencillo que parezca, no podemos utilizar la fuerza para resolver una situación.

Renunciando por el momento al aspecto competitivo, imaginemos que el empuje de manos es como un masaje. La técnica consiste en mantener, a través de las superficies de contacto una suave presión desde nuestro centro hasta el centro de nuestro compañero. Esta suave presión debe ser continua, y el resultado de la fuerza unificada de todo el cuerpo. Es una fuerza que viene desde los pies, y se manifiesta en las manos: no debemos apoyarnos lo más mínimo en nuestro compañero.

El silencio interior

Una vez existe esta suave presión, la siguiente indicación es cultivar el silencio interior. Esta expresión significa que no debo efectuar ningún movimiento superfluo, cada pequeño movimiento del cuerpo tiene por objetivo mantener y seguir el contacto con el oponente. Cualquier otro movimiento está de más, y solo enturbiará nuestras sensaciones. Cuando existe esta suave presión, y silenciamos nuestro interior, entonces es el momento en el cual el movimiento se expresa por si mismo. La diferencia es que ahora, el movimiento no es la consecuencia de nuestra intención, sino el reajuste de nuestra posición a la presión que estamos intercambiando. Atentos al clásico: "no insistir, no resistir". ¿Como se reajusta mi postura para ceder a la presión que siento? Si la presión es mayor en el lado izquierdo, entonces se vacía este lado, si es mayor en el lado derecho, entonces se vacía este otro.

Me gustaría responder a las preguntas: ¿Cómo se consigue el silencio interior? ¿En qué consiste esa sensación? Pero no puedo llegar muy lejos en mi respuestas, por falta de experiencia, y por la complejidad del concepto. Hay dos citas que me gustaría recordar en este momento, la primera es “el ch'i y el corazón mente se protegen mutuamente en el tan tien”, y la segunda, “la cualidad de la mente es amplia como si contuviera el universo”. En definitiva, en la práctica del empuje de manos, buscamos un estado similar al que buscamos en la práctica de la forma. Esta actitud demustra ser muy enriquecedora.

Es necesario practicar con calma y precisión. Hay que mantener el silencio interno y permanecer atentos y relajados. Entonces la presión se va abriendo camino por el cuerpo, y este cada vez se reajusta con mas precisión. La técnica del Tai Chi Chuan tiene que ver con aprender a soltar y movilizar partes de nuestro cuerpo que ni siquiera sabemos que son nuestras. Si intentamos forzar el movimiento activando la musculatura más externa, nos estaremos echando a perder este proceso. Es necesario aceptar que apenas somos conscientes de nuestro propio cuerpo, y entonces estaremos en el camino de llegar a serlo. Maravillosamente, la cualidad del empuje de manos como masaje, donde utilizo la energía mecánica de mi oponente para movilizar y escuchar el interior del cuerpo, es una potente herramienta para soltar tensiones internas, y descubrir profundos aspectos biomecánicos.

Comprender la neutralización

Una vez hemos aceptado este hecho, podemos comprender la dificultad y la profundidad de la técnica de la neutralización. A primera vista, parece ser tan simple como que si el oponente me empuja por la derecha, yo le empujo por la izquierda. Pero es algo más que eso, el movimiento tiene que viajar por el interior del cuerpo, y la propia energía mecánica del oponente, suavemente unida a la mía, produce la neutralización. Esta es una buena razón para insitir en silenciar el interior, y más que efectuar una técnica, armarse de paciencia, y dejar que ocurra. La relajación, el alineamiento y la complicidad con el compañero son nuestros mejores aliados en esta búsqueda.

Es muy bueno comenzar practicando patrones fijos. En ellos el papel del atancante y del defensor está diferenciado, y evitamos entrar en esta disputa. El papel del atacante consiste en mantener una fuerza uniforme y continua, y el papel del defensor es ceder a esta fuerza mediante el reajuste de la postura siguiendo la técnica sugerida por el patrón. No se trata de seguir la rutina ciegamente, sino de estudiar cada uno su papel. El atacante estudia como unificar la fuerza del cuerpo, y el defensor estudia la neutralización. No es necesario hacérnoslo más dificil, si el defensor pierde la estructura simplemente es empujado, y si la mantiene, de forma natural neutralizará el ataque.

Ataque y defensa se acoplan y alternan con precisión: "peng lu ji an es como dos hombres serrando". La precisión es fundamental, si hay precisión, entonces, la  sensación de contacto aumenta como seremos capaces de seguir al oponente cada vez con más facilidad, incluso con todo el cuerpo. La capacidad de adherirse suavemente a la fuerza del oponente da sentido al clásico "cuatro liang mueven mil jin" (ver NOTA). El momento de cambio entre el ataque y la defensa es crítico; con el tiempo llegaremos a distiguir el preciso momento en el que el ataque es o no neutralizado.

El trabajo marcial

Cuando se van realizando estos avances, podemos ir explorando el aspecto de las aplicaciones marciales. Tampoco es necesario recurrir constantemente a la  competición. Para el desarrollo de la técnica, es muy importante la mutua cooperación, y la dificultad debe ajustarse a la habilidad de los practicantes. Si el resultado de una ronda de empuje de manos es acabar agotado, probablemente estamos pasando por alto este punto.

Podemos variar la técnica de ataque, y permitir que surjan diversas formas de neutralización y contrataque. Manteniendo siempre la fuerza unificada, y siendo fieles a los principios del arte, van surgiendo las "mil variaciones". El yin y yang propios compensan los del compañero, y de esta manera las apliaciones marciales surgen por si mismas. Si la intención está en escuchar los intercambios de yin y yang que se producen entre mi oponente y yo, entonces la práctica del empuje de manos se convierte en una actividad muy agradable y beneficiosa, manifestación de la grandeza del Ch'i.

Quisiera insistir en el hecho de que las más grandes y bellas lecciones del empuje de manos vienen con la práctica continua, y no pueden transmitirse en una exposición teórica. ¡Animo!

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(Nota) Realmente es un viejo refran chino utilizado por mercaderes. No sabría decir si se refiere al poder de la palanca, o al del dinero. De cualquier forma la metáfora es la misma.


David Blázquez
( Artículo publicado en la revista Taichi Chuan nº6 )