¿ Porqué hacer taichi ?
Mi amiga Margaret lo llamaba “este pequeño ejercicio”. No despertará interés. Muchos lo verán como una pérdida de tiempo. En un mundo frenético, es sosegado. Rodeado de tumulto, es silencioso. Mientras todos ansían más productividad, te enseña lo poderoso que es ser inútil. Nos hemos impuesto la obligación de exigir a todo un resultado. Incluso a nuestro cuerpo, y lo queremos más delgado, más musculado, más adecuado al perfil de redes sociales en el que fingimos vivir.
Habitamos un paradigma mental aberrante. Completamente desconectados de cualquier ritmo natural, hemos construido con la imaginación cárceles ilusorias de miedo y deseo, auténticos potros de tortura interior. La realidad se nos escapa entre los dedos aferrados al Instagram. Nos enzarzamos en estériles discusiones con desconocidos porque es una de las pocas cosas que nos hace sentir más nuestra propia identidad. Sometidos a la tiranía de la eficiencia y el rendimiento, hemos olvidado nuestro derecho al descanso, a mecernos en la corriente de la vida sin prisa, a disfrutar de cosas insignificantes pero insustituibles.
Pagamos un alto precio por ello. Perdemos la integridad. No la integridad que han perdido muchos políticos, sinónimo de honradez. La integridad de ser una sola energía, una única esencia. Sin división. Sin agobio ni estrés.
Si no entiendes esto, vete al parque. Mira un árbol, cada raíz, rama, hoja, célula desarrollando una red inmensamente compleja de funciones para que la vida continúe, en perfecta armonía con las infinitas influencias del entorno. Fíjate en los perros, jugando más felices de lo que tú has estado en el último año. Acércate al parque infantil y obsérvate a ti mismo cuando eras íntegro. Una sóla energía, salvaje, dispuesta a todo con tal de vivir al máximo cada instante.
Creemos que para sentirnos mejor, para ser felices, tenemos que añadir cosas a nuestra vida. Una pareja, una experiencia, un nuevo conocimiento, un nuevo post en mi muro… Sin embargo estamos atestados de cosas. Nuestras vidas están llenas de eventos. La mente recibe estímulos sin pausa. Es el síndrome de Diógenes en la cabeza.
La propuesta del Tai chi no es añadir más cosas. Es desandar el camino equivocado y volver a cuando éramos salvajes y auténticos. Cuando la vida era aquí y ahora.
Para ello hay que relajarse. Soltar lastre físico y mental. Si nuestra energía se divide es por que la mente va por varios caminos a la vez. La enseñamos a reposar aquí y ahora, con todos sus recursos dispuestos en el presente. Nos hacemos conscientes del cuerpo, devolviéndole gradualmente el tono muscular que teníamos cuando no nos sepultaban las responsabilidades. Alineamos cada articulación cuidadosamente. Escuchamos y dejamos fluir nuestra energía y la de los demás hasta que se armonizan.
Y lo practicamos una y otra vez todos los días hasta que se convierte en una parte de ti mismo.
José Luis Monforte, septiembre de 2018
Si estás interesado en descubrir el Taichí, acércate por Empower - Salud en movimiento, en la calle San Bernardo, 14 de Avilés.
(anterior Estudio Chag Yuan - Jardín Eterno)