Pies sanos
¡Hola otra vez! Espero que estéis siguiendo los consejos de la entrada anterior, y hayáis buscado la manera de pasar menos tiempo sentados. Ya que os animo a poneros de pie, vamos a hablar de su salud.
Una de las partes del cuerpo que más descuidamos es el pie. Hoy vamos a dar una serie de consejos generales para mejorar su salud, que repercutirán en la salud de todo el cuerpo. Al fin y al cabo, los piés son los cimientos de la postura. Tened en cuenta que la última palabra sobre la salud de vuestros pies, si teneis alguna enfermedad, es vuestro médico. Los consejos que os voy a dar beneficiarán a una gran mayoría, pero si padecéis algún problema ha de ser el médico el que os supervise el ejercicio. También hay que advertir que cualquier cambio en nuestros hábitos de movimiento ha de ser MUUUUY GRADUAL. La metáfora del jardín de la entrada anterior es muy relevante aquí. Las células y los tejidos circundantes se desarrollan lentamente, día a día, mes a mes. La paciencia y la perseverancia son claves para no sobrecargar nuestros tejidos.
Primero, las malas noticias. La mayor parte de nosotros creemos que nuestros pies, si no nos dan muchos dolores, están sanos. Lo cierto es que hemos ido incurriendo en ciertos hábitos de comodidad que tienden a deformar y atrofiar nuestros pies y los tejidos circundantes, y algunos de los problemas articulares que padecemos en la madurez, y que achacamos a “la edad” tienen que ver con el USO INCORRECTO de los pies.
El pie es una fascinante maquinaria que contiene el 25% de huesos y músculos del cuerpo. Un profesor de anatomía nos lo describió una vez como “una bóveda catedralicia en el zapato”. Nuestros antepasados, antes de llegar la civilización, recorrían grandes distancias a diario por terreno agreste para buscar alimento, descalzos o con calzado muy ligero. Esto ocurrió durante millones de años. Y ahora, de súbito, hemos empezado a usar calzado estrecho, con soporte de arco plantar, con tacón elevado (si, también los hombres). Además, hemos alisado el suelo de nuestras ciudades, situando escalones o ascensores si tenemos que cambiar de nivel, y casi no pisamos suelo rugoso o inclinado. Nuestros pies carecen de la gran cantidad de ESTIMULOS que necesitarían para estar sanos y fuertes, y se atrofian con el paso de los años y las décadas. Cada vez necesitamos calzado más grueso y protector. La “solución” acentúa el problema.
Hay libros enteros escritos sobre este tema, pero básicamente buscamos volver MUY GRADUALMENTE a fortalecer los tejidos del pie, liberándolo de su prisión. Si tus pies te lo permiten, prueba a caminar descalzo por casa. Gradualmente aumenta el tiempo. Usa el calzado con menor tacón que tengas, y cuando compres calzado prueba a ir reduciendo GRADUALMENTE la elevación del talón, y busca una horma ancha que no aplaste a los dedos unos contra otros. Y mi favorito, que ahora mismo estoy practicando. Buscaros un barreño o un recipiente plano, y colocad en el unas piedras de tamaños y formas variados. Cuando os sentéis (y recordad la entrada anterior, ¡no paséis demasiado tiempo sentados sin levantaros!), colocad el recipiente a vuestros pies y pisad, SUAVEMENTE los primeros días, y con más vigor después, repetidas veces, cambiando la posición del pie y las piedras. ¡Es muy agradable!
Ahora os toca a vosotros. Vamos añadiendo ideas para estudiar. Seguimos con la propuesta de la semana pasada, pasar menos tiempo sentados, y añadimos esta semana, estimular más los pies.
Continuaré compartiendo consejos prácticos para la salud regularmente.
¡La semana que viene más!
Un cordial saludo.
José Luis Monforte, enero de 2019
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(anterior Estudio Chag Yuan - Jardín Eterno)